miércoles, 31 de agosto de 2011

MEĐUJOVEN’ 2011 (El confesionario del mundo)

Otra de las cosas que llama la atención en Međugorje son las largas colas de peregrinos esperando para confesar. En uno de los laterales de la parroquia hay unos confesionarios y frente a ellos filas de bancos abarrotadas de fieles esperando su turno. Hay unas estanterías con carteles con distintas banderas de países que los sacerdotes toman para indicar los idiomas que hablan y con esto y un par de sillas habilitan nuevos confesionarios alrededor de los muros de la parroquia.
En los días de agosto en que aprieta el calor se intenta buscar la sombra, pero no siempre es posible.
Para hablar de todo esto os contaré algunas anécdotas de sacerdotes amigos.
Este año, por ejemplo, un sacerdote amigo preparó sus dos sillas y su cartelito con la bandera española. Pronto tuvo peregrinos para confesar que empezaban a hacer cola a la sombra para esperar su turno. Sin darse cuenta, a este sacerdote se le echó la tarde y la noche encima sin tiempo para descansar y ni siquiera para poder comer. Estuvo unas diez horas confesando de forma ininterrumpida. Lo grande no es esto sino que cuando nos lo contó al día siguiente iba de nuevo a confesar, pero esta vez provisto de una bolsa con comida y agua para poder aguantar el tiempo que fuera necesario.
Otro sacerdote amigo tuvo una experiencia similar. Estuvo confesando varias horas y al dar la absolución a uno de sus peregrinos se despidió de él y observó que no había nadie esperando. Vio a unos amigos españoles y, de forma simpática, les saludó con un Hello!. Se volvieron varios peregrinos de lengua inglesa que hacían cola ante otro confesor y le preguntaron si hablaba inglés para poder confesar con él...
Conozco también un sacerdote joven que recién ordenado peregrinó a Međugorje. Tuvo un buen estreno como confesor, que no olvida con el paso de los años. Me contó una anécdota muy interesante. Uno de los días que confesaba al aire libre con su aspecto de cura joven y novato se le acercó un peregrino anciano y se arrodilló ante él para confesarle que también él era sacerdote y que había esperado durante dos horas su correspondiente cola sólo para darle ánimos y decirle que perseverara en su ministerio.
En uno de los libros que recientemente se han publicado sobre Juan Pablo II, se pone en boca de él una frase: "Si no fuera Papa, estaría confesando en Međugorje".

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